Conceptos básicos antes de decidir si usar vendas de trabajo o protectores

¿Qué opción es mejor?

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Todos alguna vez hemos utilizado alguno de estos sistemas de protección para las extremidades de nuestros caballos, pero ¿está realmente justificado?, ¿cuál es más adecuado?

Quizás, para entenderlo un poco mejor, es necesario conocer algunos datos sobre la anatomía de las patas de los caballos, donde colocamos este tipo de sistemas de protección.

A nivel de las cañas, tanto de las extremidades anteriores como posteriores, se localizan los tendones flexores y extensores de la extremidad, estructuras cuyo óptimo estado de salud es indispensable para el desempeño de las diferentes disciplinas; así como diversas estructuras no menos importantes, como:

  • ligamentos que confieren estabilidad a las estructuras que ligan
  • vainas que aseguran el deslizamiento de tendones y su refrigeración durante el trabajo
  • bursas que acomodan y evitan la fricción de la estructura que soporta

Todas ellas “diseñadas” hasta el mínimo detalle para lograr un soporte y movilidad óptima del caballo, aún en las condiciones más exigentes.

Son estructuras tan importantes para el desempeño de las diferentes disciplinas que es obvia la necesidad de su protección pero para ello debemos aplicar el sentido común y no dejarnos llevar por tendencias o modas que, no sólo no aportan la protección deseada, sino que además pueden causar serias lesiones al aparato músculo esquelético del caballo, a nivel de las cañas y menudillos.

Durante mis visitas clínicas, cuando veo un caballo trabajando con vendas puestas, me gusta preguntar al jinete o usuario el motivo de su uso y la conclusión que saco es que casi nadie me justifica, de forma convincente, su uso. Unos me dicen que para “sujetar” los tendones, otros para calentar las patas del caballo y así conseguir mejor disposición para el trabajo, otros para “sujetar el menudillo, para atenuar los posibles golpes (quizás la más convincente), y los más sinceros y arriesgados, para que esté “guapo”. 

Una venda en las extremidades y sobre todo si no se tiene pericia en su colocación, es una herramienta que se nos puede volver en contra. Su uso es incapaz de sujetar un menudillo que, además, no hay que mantenerlo sujeto, todo lo contrario. Debemos favorecer la movilidad

Tampoco hay que sujetar los tendones, estos deben tener libertad de movimientos y la posibilidad de deslizarse entre ellos y el resto de estructuras, sin aumentar la fricción; de lo contrario, redundaría en un sobrecalentamiento y además no podría disiparse el exceso de temperatura por estar la zona cubierta por una venda. Eso sí, después, ¡rápidamente a la ducha a enfriar lo que hemos sobrecalentado!

Además, si se carece de la pericia necesaria, podemos descolocar ligeramente sobre todo el tendón flexor superficial y favorecer de este modo la aparición de lesiones. Por si fuera poco, una venda puede provocar puntos de presión que dificultarían el riego sanguíneo y generar zonas isquémicas y con seguridad va a reducir el confort del animal.

En definitiva, el uso de vendas para el trabajo, a mi criterio, tiene más puntos en contra que a favor, y todos los efectos que pretendemos conseguir con ellas deberíamos buscarlos de un modo más lógico.

Ejemplos de uso de vendas

  • Dedicando el tiempo adecuado al calentamiento del animal antes de comenzar una sesión de trabajo
  • Utilizando diferentes superficies de trabajo, siempre que permitan pisar con cierta seguridad, y trabajar el equilibrio y la propiocepción del animal. Apartándome de tecnicismos os diré que la propiocepción es la capacidad que tiene, en este caso el caballo, de saber exactamente dónde están las diferentes partes de su cuerpo mientras se mueven y su relación con las otras partes y el medio donde se desenvuelve sin necesidad de usar el sentido de la vista
  • Vigilando herraduras y longitud de cascos

En cambio, el uso de protectores está exento de todos los inconvenientes que, para mí, presentan las vendas. Su uso queda justificado para la protección frente a golpes o impactos. Sin más. 

Son más rápidos de poner, son mucho más eficaces en la protección frente a impactos, golpes y alcances. Se adaptan perfectamente a la anatomía del animal, no producen tanto sobrecalentamiento como las vendas, disipan más el calor y tenemos una enorme variedad de los mismos adecuados y adaptados a las diferentes disciplinas.

 

 

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