¿Qué es la piroplasmosis?

Conoce esta enfermedad habitual en nuestro país

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La piroplasmosis es una enfermedad parasitaria de los caballos, producida por unos protozoos que actúan en el interior de los glóbulos rojos del animal infectado. Los microorganismos causantes de esta parasitación intraeritrocitaria se llaman Babesia caballi (B. caballi) y Theileria equi (T.equi). Estos protozoos se transmiten al caballo mediante la picadura de las garrapatas de los géneros Dermacentor, Hyalomma y Rhipicephalus.

Aunque la distribución geográfica de los diferentes géneros de garrapata en nuestro país no es uniforme, si podemos afirmar que la aparición de la piroplasmosis afecta de lleno a la cabaña caballar española al ser diferentes los géneros de garrapatas que la transmiten.

Se trata de una enfermedad habitual en nuestro país, donde la aparición de casos clínicos no sorprende y en donde gran parte de los caballos asintomáticos están afectados en mayor o menor medida por la misma. No en vano es una de las principales restricciones a la exportación de caballos desde España a otros lugares del mundo.

En las zonas endémicas de esta parasitación, el équido vive con garrapatas y babesias, y existe una inmunidad duradera, por lo que la enfermedad aguda es poco frecuente. Cosa muy distinta ocurre en aquellos lugares donde las poblaciones de caballos no tienen un contacto habitual con estos protozoos y las garrapatas que los “transportan”, presentándose casos de aparición aguda y/o sobreaguda con unos índices de mortalidad más elevados.

Los animales que han padecido la enfermedad quedan como portadores de estos parásitos por mucho tiempo y  pueden actuar como fuentes de infección para las garrapatas, que a su vez infestarán otros caballos.

El efecto de estos parásitos sanguíneos supone la destrucción de los glóbulos rojos sobre los que actúan y con ello provocan, además de una reducción en el recuento de estas células, la liberación al torrente sanguíneo de una serie de sustancias intracelulares, propias de los eritrocitos que se han dañado, y que a su vez  ocasionan graves alteraciones orgánicas mas allá de las provocadas por el descenso brusco del contaje de glóbulos rojos y la consiguiente anemia.

Los síntomas son muy variables dependiendo de la forma clínica que presente el caballo afectado, pero en líneas generales son:

• Proceso febril que se inicia con 39-42 ºC.

• Depresión, apatía. Los animales pasan más tiempo postrados.

• Trastornos gastrointestinales como cólicos y diarreas

• Pérdida de apetito y de interés por el alimento. Con pérdida de peso.

• Aumento de la frecuencia cardíaca.

• Dificultad respiratoria y secreción nasal.

• Lagrimeo intenso.

• Sialorrea (hipersalivación).

• Anemia hemolítica, es decir, provocada por la destrucción de los glóbulos rojos parasitados.

• Hemoglobina en orina o hemoglobinuria.

• Ictericia.

• Bilirrubinuria.

• Cojeras y parálisis del tercio posterior.

• Inflamación edematosa de la cabeza, párpados y de partes ventrales tales como extremidades, genitales y subcutáneo en abdomen).

• Síntomas de insuficiencia renal

• Muerte (10-50%).

No os desaniméis si vuestro caballo pudiese padecer esta enfermedad porque existen tratamientos para poder hacerle frente, y aunque no siempre son curativos en su totalidad, si permiten mantener al parásito a raya. Para su diagnóstico fiable, además de observar la historia clínica debemos apoyarnos en el diagnóstico laboratorial que confirmándonos la enfermedad nos va a indicar la presencia de Babesia caballi o Theileria equi  o ambas. Esto constituye un factor esencial a la hora de pautar el tratamiento.

El aspecto más importante en la prevención de esta enfermedad es el control de las garrapatas. Esto es muy difícil en regiones endémicas, como el sur de la península, donde es habitual la parasitación por estos ácaros si en todos los territorios. Por ello y sobre todo en los casos de animales susceptibles de ser exportados fuera de nuestras fronteras, se recomienda aislarlos de los portadores conocidos y utilizar acaricidas frecuentemente para mantener controlada la infestación. Además, se hace necesaria la evaluación periódica de los animales para detectar nuevos positivos.

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